jueves, 15 de noviembre de 2012

Parte XI: 3 de diciembre - Región de Marlborough


        Tras una jornada estupenda en el Abel Tasman el 2 de diciembre, decidimos aprovechar las horas de sol post-cena para ir hasta Blenheim, en la vinícola comarca de Marlborough. 

             Saliendo de Motueka nos para la policía para un control de alcoholemia. El amable policía, un señor de unos 50 años, me da el aparatito en cuestión, que en nada se parece al que te da la Guardia Civil en España. Le busco el “pitorro” para soplar, y al no encontrarlo le pregunto gesticulando “¿Where  can I blow?”, ¿dónde puedo soplar?,  aunque mis indicaciones admitirían otras acepciones que al policía le debieron hacer mucha gracia, ya que comienza a partirse el eje de risa…”No, no, just count to ten”,  “no, no, sólo cuenta hasta diez”, me dice.

No se me ocurre otra cosa que contar en alto “One…two…three…”

           El policía empieza a llorar de la risa. Se trataba de un alcoholímetro de aliento, sin boquilla, y llegaba con esperar diez segundos para que te tomase la medición, ahora la gente se ríe cuando lo comento pero bueno, en el momento, con los nervios, se me dio por contar en alto.

            El policía vio que daba 0.0, así que se despidió de nosotros entre risas, y tomamos rumbo al este comentando la jugada.


         Anochece cuando llegamos a Blenheim, un pueblo grande rodeado de viñedos. Paramos a dar un paseo y resulta que al día siguiente se disputa la Maratón de Marlborough, una carrera que atrae a corredores de toda la isla. También hay half maratón y quarter maratón, la salida es a las 7am, así que como no perdemos mucho tiempo si corro el cuarto de maratón, decido apuntarme. El recibimiento de los voluntarios en las inscripciones a un corredor de la otra punta del mundo fue bastante divertida. Este año además tenían un participante belga, y estaban todos orgullosos de tener dos europeos corriendo. Nos presentan al director de la carrera, que insiste para que participe en la maratón, y a Sonia para que tome parte también…pero no tiene éxito. Tras enredar un rato con la gente de la carrera, nos vamos a dormir alucinados con la cantidad de anécdotas que nos acontecieron ese día…

                El despertador suena a las 5.30, desayuno algo rápido y nos vamos a la salida de la quarter marathon de Marlborough. Los participantes en el marathon y half marathon ya han salido, y hay muy poca gente en las inmediaciones de la meta…¡casi todo el pueblo está participando en una u otra carrera! El que no tiene preparación para correr, camina.



       
         Se da la salida y paso los 2km iniciales con el trío de cabeza, pero estando en pretemporada y con el cansancio del viaje, me noto que no tengo piernas y me quedo rezagado en el km3. 


               La carrera es un cross de 10,5km completamente llano, pero salpicado de tramos de tierra, piedras, hierba, puentes…voy perdiendo alguna posición más y al final hago 8º, 3º en mi grupo de edad. “Manuel Fraghea from Spain” dice el speaker mientras la gente me mira extrañada.

                Recojo a Sonia, vamos a ducharnos y decidimos dedicar el resto de la mañana a la actividad más habitual en la zona: la cata de vinos. Las diferentes bodegas organizan catas de vino gratuitas, tan sólo hay que desplazarse hasta ellas. Blenheim está lleno de carteles “si vas a catar vinos, usa la bicicleta”. Se alquilan bicicletas con alforjas para guardar los vinos. Aunque alabamos las intenciones de las autoridades para que la gente no conduzca bajo los efectos del alcohol, creemos que debemos apartarnos cada vez que veamos una bicicleta con alforjas…¡menudo peligro!

Foto de http://www.winetoursbybike.co.nz/

             Nuestra elección es la bodega Lawson's Dry Hills donde probamos 8 vinos y al final compramos tres botellas: un pinot noir y dos botellas de un riesling afrutado que, aunque no somos muy de vino blanco, estaba muy rico. El dueño de la bodega estuvo más pendiente de unos ingleses pijos que de nosotros, con nuestra ropas de montaña, pero al final los ingleses se fueron sin comprar nada y empezó a hacernos más caso. Resulta que había estado en España y Portugal y conocía los Ribera y los vinos portugueses del Douro y Alentejo. Mientras yo apenas probaba las catas, Sonia se bajaba las copas, así que cuando salimos de allí a las 12 de la mañana, agradeció no tener que coger una bici…

              Por la tarde nos acercamos a Picton y adelantamos el viaje en ferry a Wellington, en la isla norte. Para el día siguiente daban un tiempo espantoso, y era mejor cruzar ese mismo día para poder disfrutar las vistas. El paso en ferry es cómodo, te pones en una cola de coches, entras en el barco y aparcas la caravana donde te dicen. Subes a la parte de arriba, y disfrutas del viaje.




 Llegamos a Wellington a las 22h, con todos los campings cerrados, así que nos fuimos a dormir a una playa cercana.

Wellington desde el ferry

¡¡¡Hasta siempre isla sur!!!

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